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Dando clase a chavales de 12 años no me dejaban de llegar quejas de las chicas de la clase de que uno de los chavales al que llamaremos A no dejaba de decir cosas racistas y misóginas. Los chicos de esa edad se toman esos temas a risa, pero las chicas no y por lo general suelen ser más fiables, así que tomé medidas.
Cambie a A a primera fila, y aunque no dejaba de dar por saco en ningún momento le escuché decir nada racista o misógino. Sin embargo, una a una las chicas de la clase no dejaban de venir a poner las mismas quejas. No lo entendía, al menos no hasta que lo vi.
Al fondo de la clase tenía un alumno (al que llamaremos B) que estaba claramente dando instrucciones a las chicas para venir a quejarse a mí una a una. Ese pequeño hdp creía que me podía manipular a mí, a la autoridad, para hacer bullying a A con acusaciones falsas y dejarle de racista y machista.
Acabé la clase, retuve a B para aclarar las cosas, él negó la mayor aunque yo sabía lo que había visto. A la siguiente clase separé a B de sus "drones", los senté en esquinas distintas, y qué casualidad que dejaron de llegarme acusaciones sobre el alumno A.
El caso es que pillé a B un par de veces intentando hacerme luz de gas, y el cabrøn lo hacía tan bien que por un momento dudabas de lo que habían visto tus ojos dos segundos antes.
B tenía entonces 12-13 años y ya era capaz de manipular a media clase para destruir a alguien que no le caía bien, casi me engaña a mí que soy el profesor. Ese chaval conforme vaya creciendo aprenderá a cubrir sus huellas mucho mejor, y va a destruir vidas de aquel que no le caiga bien.
#1 #1 bonibonita dijo: El espejo. XD@bonibonita Me has quitado el comentario de los dedos... :)
Un familiar. Y es desastroso, porque no te puedes defender de eso cuando eres un niño.
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