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#52198 Los ricachones occidentales no invierten, se quedan su capital muerto y lo acumulan. Es una etapa necesaria que hay que asumir porque los proyectos hay que financiarlos. Aunque yo no comerciarÃa con los chinos por el dumping laboral. Y lo de venderles deuda pública también es peligroso, son usureros.
#52201 Hay que cambiar eso.
#52202 No es posible. ¿Expropiamos sus fortunas? ¿Le damos a la maquinita de imprimir billetes?
#52203 "Los ricachones occidentales no invierten, se quedan su capital muerto y lo acumulan." Eso, eso.
#52204 ¿Y cómo piensas hacerlo? ¿Expropiando?
#52206 Como gobernante lo harÃa, la mitad irÃa a parar a las arcas del estado para aliviar la carga fiscal a las rentas bajas, y la otra mitad a mi bolsillo. Seré recordado como un corrupto, pero no me importa.
#52208 La palabra ''malo'' no significa nada.
Para llegar a la conclusión de que algo es negativo hay que fijarse en los beneficios y las pérdidas.
#52209 Eres negativa gente.
#52210 Ha vuelto a pasar. ¿Pero por qué puñetas ponen un jodido lÃmite?
#52211 Fastidia mucho, pero en unos dÃas se arregla del todo. Si acaso puedes quejarte, pero bueno cuando yo me quejé pensaba que no me habÃa pasado del lÃmite y sà que me habÃa pasado.
#52211 Para que te vayas al foro, @stocker_.
#52213 Pero si ya está en el foro.
#52220 Ayer empecé la tercera temporada, ahora estoy viendo el segundo capÃtulo.
Jeje, lo sabÃa.
#52230 No quiero volver allÃ.
Pero no se vayan ustedes D:
Vuelvan ustedes DDDDDDDDDDD:
#52215 Qué dolor de cabeza. Odio las matemáticas.
#52229 Juguemos a un juego, tÃremonos por una ventana de un quinto a ver quién es el primero en palmar. Empiezas tú.
#52239 No, no, te dejo empezar a ti que soy buena gente. Además en los juegos siempre empieza el más joven.
Entraba la noche de uno más de esos dÃas insulsos en mi minúsculo apartamento destartalado de la costa Barese. No terminaba de tener claro qué hacÃa allÃ. En un principio me vine por un chocho, pero el chocho se fue y yo seguÃa ahÃ, viviendo el sueño terroni.
HabÃa encontrado un trabajucho como camarero en el restaurante de un hotel pegado al mar. Me hacÃa gracia el uniforme demigrante de chaleco y pajarita que nos hacÃan llevar.
El jefe, Gino, era uno de esos pequeños cabrones explotadores con una estabilidad mental inexistente. Te podÃa abrazar diciendo que eras el mejor camarero que habÃa pasado por allà mientras te prometÃa casas, camellos, barcos y prostitutas persas; o darte con la bandeja en la cabeza llamándote spagnolo dei cazzo seguido de una ristra de blasfemias sin parangón. Me caÃa bien, supongo que entre desequilibrados nos entendemos.
Mi vida por aquella época se reducÃa a trabajar como un cabrón, nadar, dormir, comer y masturbarme. Descubrà rápidamente que acostarme con otras camareras no era una buena idea. Eso me ponÃa en una situación complicada, pues al trabajar tantas horas y tantos dÃas mi relación social se reducÃa a los trabajadores del restaurante.
Pasaba algunas de las noches solitarias en una red social española de corte feminazi decorada en rosa donde las fantas recibÃan un nombre mucho más mágico. Una de esas noches contacté con una chica valenciana. Intercambiamos unos cuantos mensajes casi normales. Ella era actriz, le dije que todas las actrices estaban locas y eran medio putas, pero que como escritor putero y desequilibrado no podÃa juzgarla. Pidió leer mi mierda pseudoerótica.
Nos intercambiamos los teléfonos y entonces por arte de birlibirloque recibo una foto de unos pechos descomunales en mi móvil.
-Interesante.
-Me ha puesto cerdÃsima tu historia de la niña que te folló y desapareció luego.
-Mira que parecÃas una buena chica al principio. ¿También quieres follarme y desaparecer?
-¿Te gustan mis tetas?
-Me las podrÃa comer, si.
-¿Y después?
-RocÃo por favor.
Me pasó una historia erótica de su creación en la que se follaba a un recién conocido del supermercado en el ascensor de su casa. CarecÃa de sentido alguno pero lo cierto es que me puso la polla durÃsima.
-Felicidades RocÃo, ahora tengo una tremenda erección. ¿Qué piensas hacer al respecto?
-No se cómo me pone tan cachonda que me llames por mi nombre. Tengo sueño, ven, arrópame. También puedes follarme.
Seguimos hablando durante un par de semanas. En una de las conversaciones, escribiendo con la mano izquierda mientras me castigaba el glande, le dije:
-Cuando te vengas quiero que me la chupes mirándome a los ojos, que me pone.
-¿Cuando vaya? Eso es un poco difÃcil. ¿Qué le digo a mi madre? "Oye que me voy a Italia a conocer a un chico que no se qué tiene que hace que quiera que me penetre, vuelvo en una semana"
-¿Una semana? Vas fuerte. Tres dÃas. También puedes decirle que te van a follar en un balcón agarrada a la barandilla mirando al adriático.
-Solo si te dejas la pajarita puesta.
-Hecho.
Dos semanas más tarde, RocÃo, sus enormes tetas y su impulsividad de adolescente aterrizaban en Bari un abrasador Jueves de Agosto.
El taxi de RocÃo la dejó a eso de las 6 de la tarde en la parte antigua de la ciudad. Nos encontramos en la plaza frente a la Basilica de San Nicolás, rodeados de ruidosa gente amarilla haciendo fotos extasiados.
RocÃo en directo era al menos dos tallas más gorda de lo que aparentaba en fotos, pero eso ni era sorpresa ni me importaba demasiado, como buen aventurero fornicamórbidas que soy. Sus tetas eran demenciales. TenÃa unos labios increÃblemente gordos que junto a su piel morena me recordaron por un minuto a Rosa. Tuve un pequeño infarto. Nos saludamos con dos besos.
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